¡Encárgate de tu propia salud!
Sobre este particular se podrían escribir muchísimos libros porque es un tema que nos afecta a todos, nos produce miedo y como en los demás temas mencionados, estamos completamente alejados de la naturaleza y llenos de creencias impuestas, que nos limitan a la hora de tomar decisiones adecuadas a este respecto.
La salud se definió de manera muy básica como la ausencia de enfermedades. Es fundamental entonces hacer consciencia de qué es la enfermedad. Hace mucho tiempo nos desconectamos de una realidad innegable que es que todo efecto tiene una causa. La enfermedad en la mente del ser humano actual aparece como algo casual, una prueba enviada por Dios, el resultado de un virus maligno, una bacteria, un hongo, un parásito o cualquier cosa que se manifiesta de manera aleatoria y esporádica, completamente alejada de uno mismo. Es decir, como una rifa, que sin jugarla, uno se ganó.
Si logramos entender que la enfermedad es la consecuencia producida por lo que hemos hecho, dicho o pensado en el pasado, podremos encargarnos de ésta exitosa y coherentemente. Adicionalmente, hemos de tener en cuenta que el cuerpo humano se sana (regenera) solo, si uno se lo permite. En otras palabras el poder presente en el cuerpo, al restablecerse las condiciones idóneas y armónicas con la naturaleza, repara el daño causado por nuestros actos pensamientos y acciones del pasado. En consecuencia, ni los médicos, ni las medicinas curan (mucho menos si éstas ayudan a envenenar al cuerpo y/o a viciar las facultades mentales) y de ninguna manera, alargan la vida.
Dentro de lo que hacemos esta lo que se mencionó en la parte de la alimentación, lo que comemos. Por eso es de vital importancia, para mantener la salud, ingerir los alimentos apropiados en las cantidades correctas. El proceso que sigue nuestro organismo en cuanto a la alimentación consiste principalmente de las siguientes etapas: digestión, excreción y regeneración, esta última es en el que se repara el cuerpo y nos interesa que suceda diaria y apropiadamente.
La digestión toma entre cuatro y cinco horas en suceder. Si comemos cada dos o tres horas, como algunos recomiendan, ¿Cuándo terminará el proceso de digestión? Y más importante aún ¿Llegaremos en algún momento a la regeneración? ¿Hay acaso algún “sirviente” que trabaje 24 horas sin descanso, sin revelarse? Y si adicionalmente, ingerimos lo que nos hace daño (alimentos de origen animal, alcohol, intoxicantes en general) y recurrimos a la medicina convencional y de “ayuda” nos dan químicos que ayudan a contaminar la sangre y congestionar los ya recargados órganos de limpieza y excreción como lo son los riñones y el hígado, ¿Algún día recuperaremos la tan anhelada salud?
En el supuesto de tener un problema o conflicto con alguien, como por ejemplo un jefe, a todos nos queda claro que evitaremos insultarlo (decir), tampoco lo golpearíamos (hacer), pero, ¿Acaso no pensaremos mal de él, lo criticaremos o le desearemos el mal mentalmente?" (pensar). Aquí es muy importante resaltar que los pensamientos son más poderosos que las palabras y que sobre ellos no hacemos el menor esfuerzo por controlarlos y como se mencionó anteriormente, conducen a la enfermedad. En otras palabras, los pensamientos de ira, de lujuria, de venganza, de resentimiento, la depresión, la preocupación, la tristeza, la amargura, la desesperanza, la crítica, y un larguísimo etcétera de pensamientos desbocados y sostenidos en el tiempo, tendrán consecuencias nefastas sobre nuestra salud.
Como es un tema muy amplio, solo enumeraremos algunas de las condiciones a tener en cuenta para gozar de una buena salud.
· Relación con la naturaleza: hablar, pensar y hacer (incluido el comer) de manera correcta. Las enfermedades más complicadas y difíciles de sanar son las que son de origen emocional (obviamente la mayoría tienen este componente), pues para poder cambiar hay que reconocer que estamos haciendo mal y esto, en general, le cuesta mucho trabajo al ser humano, quien creo ya un mal hábito y se acostumbró a echarle la culpa a los demás o a sus circunstancias. Si no hay reconocimiento del error entonces resulta imposible el cambio.
· Contaminación: en este se debe tener en cuenta tanto la que se refiere a químicos en la comida, en el agua, en el aire, los disruptores endocrinos que se encuentran, entre otros, en el papel térmico, algunos shampoos, cremas y cosméticos y cierto tipo de prendas, la radiación electromagnética proveniente de los celulares, las celdas o nodos celulares, el WiFi, los contadores inteligentes de servicios públicos, el horno microondas, los trasformadores, centrales eléctricas o cableado eléctrico cercano (sobre todo del sitio donde se duerme), el bluetooth y cualquier otra señal producida o no por el ser humano que afecte el electromagnetismo del cuerpo.
· Agresiones Ambientales: aunque las del punto anterior caben en este apartado, nos referimos particularmente a las que podemos tener en cuenta a la hora de construir o escoger el sitio de vivienda y se refiere a la ubicación de las tuberías de aguas negras (no deben pasar debajo de nuestras habitaciones), el cableado eléctrico y sus correspondientes tomas (siempre lejos de la cama y sobre todo de donde ponemos la cabeza), la presencia de geopatías como puede ser las corrientes subterráneas o fracturas en la corteza terrestre, las líneas de Hartman, de Curry o las líneas de Ley.
· Agresiones Energéticas: aunque este también es un tipo particular de contaminación se refiere a la presencia de entidades astrales parasitarias como los fantasmas, los entierros de personas (cementerio) ya sea por cercanía o directamente en el terreno (por ejemplo un cementerio indígena), la impregnación por actos violentos en la vivienda o el terreno que se va a adquirir y las brujerías, maldiciones y hechizos que en la época moderna son para muchos consideradas como supersticiones, pero que se siguen utilizando y tienen consecuencias serias para la salud y la vida en general de contra quienes se infligen.
En resumen, invitar a nuestros visitantes a regresar a la lógica sana y a nuestra conexión natural, con estas reflexiones:
Si tenemos claro que la enfermedad es, en general, una consecuencia de nuestras acciones del pasado, las cuales, al ya haberse ejecutado, necesariamente producirán su efecto (enfermedad y sufrimiento), entonces:
¿Tiene algún sentido creer que nos vamos a mejorar si mantenemos nuestra mismo comportamiento (hablar, pensar, hacer), tomando algún medicamento sea de la naturaleza que sea?
¿Tiene algún sentido visitar a alguien, buscando su consejo y ayuda y que en muchas oportunidades nos dirá que no sabe cuál es la causa de la enfermedad particular que estamos sufriendo, no nos pregunta sobre nuestra vida, preocupaciones y circunstancias, no nos dice que cambiemos nada de lo que venimos haciendo y que a pesar de esto, nos indica tomar un químico durante el resto de nuestra vida?
¿Existe algo diferente al hablar, pensar y actuar correcto que nos pueda evitar una enfermedad futura?
¿Tiene algún sentido practicarse exámenes “preventivos”, mucha veces altamente humillantes, que muchas veces causan enfermedad y en otras, tienen riesgos tan grandes que pueden incluso poner en riesgo nuestra vida?
Como siempre al hacer consciencia, la forma del ver el mundo y recorrer nuestra existencia cambian radicalmente. Les dejamos a continuación estas máximas para la reflexión:
La palabra dicha y la flecha disparada tendrán inevitablemente sus consecuencias.
"Antes de curar a alguien, pregúntale si está dispuesto a dejar lo que lo enferma" frase atribuida comúnmente a Hipócrates, el médico griego considerado el padre de la medicina.
La salud como todo lo que vale la pena hay que ganarla mediante la disciplina, la constancia y los buenos hábitos.
Si lo planteado en la columna anterior resuena con tu manera de pensar, existen recomendaciones muy interesantes en cuanto al manejo de la dieta, la salud y el uso del agua destilada
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